miércoles, 25 de marzo de 2009

Lección nº1:

(En respuesta a "No me educaron para amar")

 

Si destierras de tu territorio la necesidad vital

de contacto, afecto e intimidad,

ello permanecerá al acecho,

observando desde el otro lado de las montañas

esperando el momento en que tu tiránica mente,

en un momento de despiste o añoranza,

o quizás, de velada lucidez

como si de un lejano sueño se tratara,

tenga la vaga sensación de que

no existe palabra, acertijo o poema,

contundente "verdad espiritual"

o reconfortante encuentro verbal

que pueda colmar cierto espacio vacio

de paredes desoladas, arrancado a tiras

el empapelado de ausencias y temores.

Descubierta la vergonzosa herida sangrante

por donde se escapa la vida,

por donde aunque odie reconocerlo

también la mente, lamentando no ser omnipotente,

pierde a raudales el combustible de su poder,

su cordura se ve amenazada y con ello

la estabilidad de un imperio cimentado en muerte.

Vigas inertes, materiales estables,

conceptos plásticos como rosas de plástico

siempre bellas o pretendidamente bellas,

hermosas mentiras que como vampiros

absorben vida ajena para seguir existiendo.

La despiadada astucia de la dama de hierro

puede llegar incluso al auto sabotaje,

a lanzar aviones enemigos contra si misma,

derrocar sus torres de marfil justificando así

la necesidad de su hegemonía,

como en aquellas ocasiones en las que

alegando enajenación mental provocada por un beso,

por el contacto húmedo, desnudo, de tu cuerpo con el mío

pretende demostrar la terrible, lasciva peligrosidad

del encuentro carnal sin su permiso

y su perversa supervisión.

 

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